By Tamara Vila
Te levantas sin hambre y decides no desayunar. Tampoco pasa nada y piensas que incluso te vendrá bien para intentar algo con tus kilos de más. Pero luego avanza el día, las emociones se apoderan de ti y por la noche asaltas la nevera y arrasas. Con consecuencias funestas: mala digestión, poco descanso, acumulación de grasas, sentimiento de culpa… El comienzo es detectar qué hay detrás de esa falta de ganas de desayunar. Pueden ser hormonas, estrés u otras cosas.
Source:: Salud 3
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